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SoloEnLaOscuridad

Relato

DE CÓMO EL SEÑOR ALCALDE ACUDE AL DEBATE NOCTURNO DE BUDDY, "EL ENTERRADOR".

 

-¿Cómo dice usted, señor Holliday? -Preguntó Buddy.

Junto a la mesa del pequeño y sucio salón del enterrador se repartían tres pintas de cerveza y una vela encendida. La noche era fría y oscura, en la distancia algunos chotacabras se dejaban escuchar junto al ulular del viento por entre los sauces del cementerio. Sentados alrededor de la mesa se encontraban el banquero, el señor Holliday; el bibliotecario, el señor Cormac y el enterrador del pueblo, también llamado Buddy.

-¡No estoy de acuerdo con usted, el capitalismo no nos conducirá a ningún sitio!-Bramó Buddy- ¡El rico será más rico y el pobre más pobre! ¡Ah, bribón, eso a usted le beneficia!

Buddy lanzó una mirada con un brillo de inteligencia hacia el señor Holliday y se llevó su pinta a la boca, luego pasó su antebrazo para limpiarse la mezcla de baba y cerveza.

-¿Y usted no mete baza, amigo Cormac?

El bibliotecario no opinó.

La casa de Buddy, también llamada por los aldeanos la casa del cementerio, era un pequeño cuchitril adosado al camposanto. Carecía de luz eléctrica y sólo constaba de una habitación con un camastro mugriento, una silla que servía de ropero  y un orinal de plástico junto a una taza de latón llena de agua; un salón con cocina y un pequeño baño sin wc ni ducha, sólo con un grifo  situado casi a ras de suelo.

Buddy llevaba incontables años siendo el enterrador y guarda del cementerio. No se le conocía madre, pues su padre llegó al pueblo con Buddy de la mano cuando éste apenas contaba con tres años. Su carácter taciturno y extraño pronto le granjeo la enemistad de todos los niños de su edad, mas cuando fue creciendo se mostró muy interesado por el trabajo de enterrador que su padre había conseguido en el pueblo alejándose de las juntas y juegos propios de su edad.

Siempre fue una especie de genio de cara a los profesores, que observaban con pena e incertidumbre como un talento como aquel se perdería para siempre. No había materia en la que no supiera desenvolverse con nota alta, aunque donde más destacó fue en anatomía y biología y pese a que sus docentes le insistieron en que continuara sus estudios en Londres él jamás quiso abandonar el pequeño pueblo.

Tampoco fue muy agraciado físicamente nunca, ni en su lozanía, pues pronto se convirtió en una especie de gigante encorvado y macilento que rozaba los dos metros de altura y que gozaba de una fisonomía digna de ser exhibida en un circo junto al hombre serpiente o la mujer barbuda, bromeaban algunos del pueblo.

- ¡Ah, no! Me habla ahora de literatura por cambiar de tema, que truhan es usted- El enterrador golpeó levemente el hombro del bibliotecario y sus risas se escucharon en la noche del cementerio.

De nuevo dio un prolongado trago a la cerveza.

-Bien...-Dijo Buddy- Entraré en su juego, pero no olvide señor Holliday,-Dijo mirando al banquero-que tenemos una conversación pendiente usted y yo, y puede que el señor alcalde quiera asistir a ella para aportar su punto de vista. Ese hombre entiende de economía.

El sombrero del banquero, que permanecía un poco inclinado sobre la mesa, cayó al suelo.

-No se preocupe, yo lo recojo.-Dijo el enterrador agachándose y recogiéndolo-Tiene usted que dejar de beber, lo digo por su salud.-Hizo una pausa-En fin. Bueno, como le iba a decir, señor Cormac, entraré en su juego y cambiaremos de tema.

>> Usted me toca en un punto débil, y lo sabe. Siempre ha sido muy inteligente, además de culto. Sí, considero que la literatura de terror está a la altura de la literatura "convencional", ni siquiera sé por qué debemos tener este debate. ¿Quiere usted decirme que escritores como Lovecraft, Poe, Ambrose Bierce, Hogdson y un largo etcétera no están a la altura de escritores tales como Cervantes, Tolstoi o Chejov?

Buddy se encontraba totalmente alterado, dio otro trago a la pinta y se quedó mirando seriamente al bibliotecario, que parecía dibujar una sonrisa en sus labios.

-¡Pues no estoy de acuerdo con usted! La prosa y habilidad argumental o lingüística de los escritores de terror que le acabo de nombrar están a la altura de cualquier escritor convencional, ¡cualquiera! ¡De hecho, el mismísimo alcalde, hombre que saben que es estudioso de carrera, opina como yo! Señor Cormac, ambos hemos visto el tipo de literatura que retira el señor alcalde de la biblioteca... ¡Pardiez! -Exclamó levantándose de la silla- Ahora mismo salgo hacia el pueblo para invitarle a acudir mañana a nuestra reunión nocturna.

Dio el último trago a su cerveza y antes de salir exclamó:

- No tardaré amigos, entre tanto beban cerveza, ¡beban!

El día siguiente amaneció resplandeciente, ni una sola nube ocultaba el enorme sol de enero. El atemorizante ruido de los chotacabras había sido sustituido por el dulce trinar de los pajarillos del bosque.

Buddy comenzó a cuidar del cementerio poco antes de que amaneciera. Todo el pueblo agradecía su trabajo allí, ya que no permitía que en el camposanto crecieran malas hierbas, o que las tumbas estuviesen sucias a causa del polvo y las cagadas de los pájaros. Además tenía bien cuidados y marcados los caminillos por los que las gentes accedían a las tumbas de sus seres queridos.

Hacia las ocho y media de la mañana, el señor Doyle entró en el cementerio y se dirigió hacia el gigantón que permanecía podando las ramas más bajas de los árboles. Vestía este visitante traje oscuro y con su sombrero recogido en el brazo.

-Buddy, buenos días.

-¡El señor teniente alcalde!-Exclamó éste un poco sorprendido-¿En qué puedo ayudarle?

-Malas noticias-comentó el funcionario- El señor alcalde ha muerto esta noche. Esta mañana su señora le halló sin vida en el suelo de la cocina, junto a la nevera. El forense opina que puede haber consumido algo en mal estado puesto que tenía setas y carne no muy fresca en la nevera, pero no encuentra la causa del fallecimiento.-Comentó con la mirada gacha y apesadumbrado-  Le enterraremos esta tarde. Excave una fosa en el sitio de personalidades para él. ¡Vaya mes negro estamos teniendo!

Dicho esto se alejó dando grandes zancadas. A nadie le gustaba permanecer mucho tiempo junto a Buddy, "el enterrador".

Cuando hubo excavado la tumba se dirigió a su pequeña morada.

-¡Señores!-Exclamó Buddy abriendo de par en par la puerta- ¡El alcalde ha aceptado mi invitación y esta noche acudirá a nuestro humilde debate!

El señor Holliday y el señor Cormac permanecieron en silencio.

Fin

 

 

 

1 comentario

tatas36 -

una tertulia interesante sin par, pero para asistir hay que estar muerto.... lastima de momento me la pierdo..., enhorabuena amijito